jueves, 11 de febrero de 2021

LOS 6 PRINCIPIOS BIOMIMÉTICOS PARA UNA ECONOMÍA SOSTENIBLE

La sostenibilidad es la naturalización de lo humano. Es seguir los ejemplos y las características que nos ofrecen los ecosistemas y que aseguran su equilibrio, permanencia y vitalidad. A continuación, se sintetizan 6 principios que es necesario imitar de la naturaleza (biomimesis) para asegurar la sostenibilidad económica y la vitalidad del ser humano. 

PRINCIPIO No 1:  Los ecosistemas son abiertos y disipativos 

En los ecosistemas la materia transporta la energía, los microorganismos y las plantas captan dicha energía y sirven de alimento para las especies consumidoras. Las especies consumidoras ayudan a cerrar el ciclo al convertirse en el alimento de las especies descomponedoras y necrófagas. Estas últimas disipan la materia, con lo cual el ecosistema se recicla. 

Es necesario que la economía deje de comportarse como un sistema cancerígeno, es decir, usufructuar los recursos hasta su agotamiento y la extinción de la vida. 

PRINCIPIO No 2:  Evolución 

Los ecosistemas funcionan por razones objetivas, como son la existencia y disponibilidad de los recursos necesarios. En tal sentido, los ecosistemas evolucionan hasta alcanzar la madurez, o sea el equilibrio entre los recursos existentes y las necesidades biológicas. Es decir, la evolución tiende a la autorregulación del ecosistema. 

Por su parte los sistemas económicos están basados en criterios subjetivos como son los intereses egoístas, la maximización del beneficio, la dinámica del libre mercado y el consumismo. 

PRINCIPIO No 3:  Diversidad 

La naturaleza es un ejemplo de la diversidad incremental y sus beneficios a largo plazo (3.500 millones de años los confirman, con todo y las cinco grandes extinciones). Pues una biodiversidad alta refuerza la estabilidad al actuar como una "biblioteca" con los recursos redundantes y compensatorios para la recuperación del ecosistema. 

En contraste, la globalización económica instaura aparatos productivos y tecnológicos basados en monopolios y oligopolios. Es decir, estructuras que favorecen tan solo a unas pocas personas o instituciones, en detrimento de la gran cantidad de marginados y excluidos que producen. 

PRINCIPIO No 4:  Descentralización y autosuficiencia 

 Los ecosistemas tienen límites naturales debido a la disponibilidad de los recursos y al cambio en las condiciones externas o del sistema mismo. Los ecosistemas están regulados por las condiciones mismas del sistema como un todo integrado e interdependiente. 

En cambio, el sistema económico imperante tiende a la centralización y la concentración de la riqueza a escala global, por lo cual es insostenible. Mientras el dinero se concentra en los grandes centros de poder, deja a la gran mayoría de los habitantes del planeta sin los recursos básicos para su subsistencia. 

PRINCIPIO No 5:  Jerarquía Natural 

Los ecosistemas están organizados en una "jerarquía natural", es decir, una organización dependiente del sistema que la contiene y que a su vez regula los sistemas que la conforman. Sin embargo, esta jerarquía natural es incluyente pues cada nivel establece sus propias normas de comportamiento y de relaciones. Esta jerarquía natural integra al sistema como un todo interdependiente. 

Por su parte, las jerarquías de los sistemas económicos imperantes están basadas en criterios subjetivos o artificiales. No es cierto que favorezcan al más apto en términos objetivos, no se trata de sistemas basados en el mérito, la honestidad o el bienestar social; y en cambio sí en necesidades creadas artificialmente mediante la propaganda, la publicidad, el consumismo, el militarismo y la guerra. 

PRINCIPIO No 6:  Comportamientos positivos 

En la naturaleza predominan los comportamientos positivos, pues, aunque a una escala local o micro puedan parecer negativos, como, por ejemplo, la competencia y la depredación; estos comportamientos están regulados a un nivel macro y finalmente a escala global resultan ser beneficiosos para el sistema como un todo. 

Al parecer, en los sistemas humanos puede ocurrir lo contrario, comportamientos o medidas que parecen ser positivas a corto plazo resultan ser nocivas a mediano y largo plazo. Asimismo, la dinámica de la concentración de la riqueza y de los recursos es inmediatista, monopolistas y excluyente, con lo cual al final todos salimos perdiendo, pues de una u otra forma todos participamos del sistema al compartir un espacio y un tiempo en común. 

FUENTE: Bermejo Gómez de Segura, R. (s.f.). Del desarrollo sostenible según Brundtland a la sostenibilidad como biomimesis. Bilbao: HEGOA. Recuperado el 11 de febrero de 2021 de https://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0686956.pdf

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